Friday, September 02, 2005

La memoria construida y el final de la gran guerra.

El 9 de agosto se celebró el aniversario del primer bombardeo atómico de la historia sobre población civil.
"A las 8:15 de la mañana, el Enola Gay lanzó desde una altura de 9 mil 450 metros una bomba de tres metros de largo y cuatro toneladas de peso sobre la isla de Hiroshima. La fortaleza voladora B-29 dio un giro y regresó a su base sin contratiempos. A una altura de 580 metros sobre el centro de la ciudad y sobre el hospital Shima estalló la primera bomba nuclear de la historia con una fuerza de 12 mil 500 toneladas de trinitrotolueno. A las 8:17, en plena hora pico matutina, una enorme esfera de fuego envolvió al centro de la ciudad, la temperatura alcanzó 300 mil grados celsius en una millonésima fracción de segundo; las personas que estaban en el hospital se evaporaron y una onda expansiva de 6 mil grados de calor carbonizó los árboles a 120 kilómetros de distancia; de las 76 mil casas y edificios de Hiroshima, 73 mil desaparecieron. Mientras tanto se había levantado un hongo atómico de 13 kilómetros de altura que expandía material radiactivo por toda la región y, 20 minutos después, comenzó la lluvia atómica contaminando de muerte a las personas que habían escapado del calor y las radiaciones. A 560 kilómetros de distancia, uno de los artilleros del Enola Gay vio todavía al hongo expanderse en el espacio. Dos horas después habían muerto entre 90 mil y 200 mil personas, y el 80% de la ciudad había desaparecido."

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=18835

El punto final de la wwII (la segunda guerra) lo puso una bomba de similares características en la ciudad de Nagasaki 3 días después. Era Fat Man, la primera bomba de plutonio usada contra población civil. Little Boy era de uranio.



"La versión oficial de la Fuerza Aérea de EE.UU. relata que tras el bombardeo de Nagasaki, cuando era seguro que Japón presentaría la capitulación incondicional, el General Hap Arnold "quería el final más grandioso posible", una incursión con 1000 aviones a plena luz del día sobre las ciudades japonesas indefensas. El último bombardero regresó a la base justo cuando se recibió formalmente el acuerdo de rendición incondicional. El jefe de la Fuerza Aérea, el general Carl Spaatz, hubiera preferido que el gran final fuera un tercer ataque nuclear sobre Tokio, pero se le disuadió. Tokio era un "blanco pobre", que ya había ardido con la tormenta de fuego que se ejecutó cuidadosamente en marzo y dejó unos 100.000 cadáveres calcinados, constituyendo uno de los peores crímenes de la historia."
Noam Chomsky

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